Orlando Morales nunca imaginó que una visita al doctor para atender un sangrado en su miembro terminaría en una serie de cirugías que lo despojarían de una de las extremidades más idolatradas por las sociedades machistas, sus genitales.
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Tampoco pensó que el corte completo de su órgano viril lo llevaría a una vida distinta con frecuentes visitas a urólogos y psiquiatras y alejado de los placeres de las relaciones sexuales que experimentó en el pasado.
Morales, de 47 años, contrajo cáncer de pene, una enfermedad que reporta al año más de 1,000 casos nuevos en Estados Unidos y que en Puerto Rico va en aumento.
A él se lo diagnosticaron un día de junio de 2013 luego que en el Centro Médico de Río Piedras le practicaran una biopsia.
“ Los médicos me encontraron una úlcera grado cuatro y me hicieron un primer corte que no prosperó porque el cáncer era progresivo. Ya yo sabía que lo siguiente era amputar el miembro completo, así que por mi salud me resigné”, dijo un entristecido y a la vez valiente Morales, quien aceptó contar su historia a Metro para motivar a otros a dejar a un lado el machismo y visitar con regularidad al urólogo.
Asegura que en múltiples ocasiones él mismo obvió los síntomas de la enfermedad por temor a acudir al especialista. “Jamás pensé que esto me fuera a pasar a mí”, relata, a la vez que lamenta no haberse atendido a tiempo.
Morales, quien se ha desempeñado como músico y guardia de seguridad, se encuentra al momento sin empleo ya que las constantes visitas a los médicos le impiden cumplir con un horario laboral. No obstante, dijo que se las busca para poder cubrir los gastos de su tratamiento.
“ Actualmente sigo en el proceso de recuperación recibiendo radio y quimioterapia y bajo constantes evaluaciones de un oncólogo y un urólogo”, manifiesta Morales, quien vive con su hermano en una humilde casa de Toa Baja.
A casi un año de la amputación, Morales relata a Metro que el no tener miembro ha sido un proceso difícil que le ha provocado muchas amarguras y depresiones. No obstante, su fe en Dios, el apoyo de amigos y familiares, las visitas a psiquiatras, la lectura y la resignación le han ayudado a superar las recaídas.
“ Tengo que pensar que es como no tener un brazo o que no tengo pelo. Tengo que ser fuerte porque es algo que le puede pasar a cualquiera. Mañana puede haber otro, y esa persona puede que no sea igual que yo de mente, se puede trastornar, se puede matar, puede tomar una decisión que no sea correcta, porque a lo mejor no puede soportar lo que le pasó por machista o por el qué dirán ahora que tengo eso así”, narra Morales, mientras recuerda lo difícil que al principio se le hacía ir al baño pensando que aún tenía miembro.
Morales ya no usa los urinales. La amputación lo sentenció a orinar sentado y es gracias a una urestrostomia perinial (cirugía que conecta la uretra al escroto) que puede hacer su necesidad.
¿Cómo es vivir sin pene en una sociedad machista?, preguntamos.
A lo que respondió Morales, padre de una hija de 17 años, con resignación: “Uno piensa que sin el órgano reproductivo y sexual el amor se acabó, que es difícil conseguir una pareja, pero la verdad no es así”, afirma, al tiempo que no descarta encontrar el amor.
“ Es difícil contarle sobre esto (lo de su amputación) a una mujer que uno le interesa. Ahora mismo no estoy preparado para hacerlo, pero en algún momento encontraré a alguien que entienda que pueden haber otras cosas más en lo sexual y en lo romántico que no necesariamente tenga uno que tener el pene”, puntualiza Morales con un dejo de tristeza.
La situación que vive Morales es más común de lo que muchos piensan. Actualmente Puerto Rico se ubica en el tercer lugar entre los países del mundo con mayor incidencia de cáncer de pene con una prevalencia de 2.6 por cada mil habitantes.
Las principales razones del aumento de cáncer de pene pueden ser los cambios en la conducta sexual, la mayor exposición al VPH de transmisión sexual (virus del papiloma humano) y las tasas decrecientes de la circuncisión infantil, detalló el doctor Carlos M. Pérez-Ruiz, residente de Urología del Recinto de Ciencias Médicas de la Universidad de Puerto Rico.
De acuerdo con el galeno, la mayoría de los casos de cáncer de pene se detectan por primera vez como un cambio de color de la piel del miembro. Entre los síntomas más comunes están las llagas en el pene. También se puede presentar sangrado y dolor. Aunque no significa necesariamente cáncer —arguye el doctor—, es importante que la persona consulte con su médico toda anomalía del pene lo antes posible y visite a su urólogo a partir de los 40 años.
Orlando Morales nunca imaginó que una visita al doctor para atender un sangrado en su miembro terminaría en una serie de cirugías que lo despojarían de una de las extremidades más idolatradas por las sociedades machistas, sus genitales.
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Tampoco pensó que el corte completo de su órgano viril lo llevaría a una vida distinta con frecuentes visitas a urólogos y psiquiatras y alejado de los placeres de las relaciones sexuales que experimentó en el pasado.
Morales, de 47 años, contrajo cáncer de pene, una enfermedad que reporta al año más de 1,000 casos nuevos en Estados Unidos y que en Puerto Rico va en aumento.
A él se lo diagnosticaron un día de junio de 2013 luego que en el Centro Médico de Río Piedras le practicaran una biopsia.
“ Los médicos me encontraron una úlcera grado cuatro y me hicieron un primer corte que no prosperó porque el cáncer era progresivo. Ya yo sabía que lo siguiente era amputar el miembro completo, así que por mi salud me resigné”, dijo un entristecido y a la vez valiente Morales, quien aceptó contar su historia a Metro para motivar a otros a dejar a un lado el machismo y visitar con regularidad al urólogo.
Asegura que en múltiples ocasiones él mismo obvió los síntomas de la enfermedad por temor a acudir al especialista. “Jamás pensé que esto me fuera a pasar a mí”, relata, a la vez que lamenta no haberse atendido a tiempo.
Morales, quien se ha desempeñado como músico y guardia de seguridad, se encuentra al momento sin empleo ya que las constantes visitas a los médicos le impiden cumplir con un horario laboral. No obstante, dijo que se las busca para poder cubrir los gastos de su tratamiento.
“ Actualmente sigo en el proceso de recuperación recibiendo radio y quimioterapia y bajo constantes evaluaciones de un oncólogo y un urólogo”, manifiesta Morales, quien vive con su hermano en una humilde casa de Toa Baja.
A casi un año de la amputación, Morales relata a Metro que el no tener miembro ha sido un proceso difícil que le ha provocado muchas amarguras y depresiones. No obstante, su fe en Dios, el apoyo de amigos y familiares, las visitas a psiquiatras, la lectura y la resignación le han ayudado a superar las recaídas.
“ Tengo que pensar que es como no tener un brazo o que no tengo pelo. Tengo que ser fuerte porque es algo que le puede pasar a cualquiera. Mañana puede haber otro, y esa persona puede que no sea igual que yo de mente, se puede trastornar, se puede matar, puede tomar una decisión que no sea correcta, porque a lo mejor no puede soportar lo que le pasó por machista o por el qué dirán ahora que tengo eso así”, narra Morales, mientras recuerda lo difícil que al principio se le hacía ir al baño pensando que aún tenía miembro.
Morales ya no usa los urinales. La amputación lo sentenció a orinar sentado y es gracias a una urestrostomia perinial (cirugía que conecta la uretra al escroto) que puede hacer su necesidad.
¿Cómo es vivir sin pene en una sociedad machista?, preguntamos.
A lo que respondió Morales, padre de una hija de 17 años, con resignación: “Uno piensa que sin el órgano reproductivo y sexual el amor se acabó, que es difícil conseguir una pareja, pero la verdad no es así”, afirma, al tiempo que no descarta encontrar el amor.
“ Es difícil contarle sobre esto (lo de su amputación) a una mujer que uno le interesa. Ahora mismo no estoy preparado para hacerlo, pero en algún momento encontraré a alguien que entienda que pueden haber otras cosas más en lo sexual y en lo romántico que no necesariamente tenga uno que tener el pene”, puntualiza Morales con un dejo de tristeza.
La situación que vive Morales es más común de lo que muchos piensan. Actualmente Puerto Rico se ubica en el tercer lugar entre los países del mundo con mayor incidencia de cáncer de pene con una prevalencia de 2.6 por cada mil habitantes.
Las principales razones del aumento de cáncer de pene pueden ser los cambios en la conducta sexual, la mayor exposición al VPH de transmisión sexual (virus del papiloma humano) y las tasas decrecientes de la circuncisión infantil, detalló el doctor Carlos M. Pérez-Ruiz, residente de Urología del Recinto de Ciencias Médicas de la Universidad de Puerto Rico.
De acuerdo con el galeno, la mayoría de los casos de cáncer de pene se detectan por primera vez como un cambio de color de la piel del miembro. Entre los síntomas más comunes están las llagas en el pene. También se puede presentar sangrado y dolor. Aunque no significa necesariamente cáncer —arguye el doctor—, es importante que la persona consulte con su médico toda anomalía del pene lo antes posible y visite a su urólogo a partir de los 40 años.
Posted at 2:45 p.m. | by
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